martes, 23 de marzo de 2010

¿NECESIDAD, CONSUMISMO O DERROCHE?


Que nos encontramos en una sociedad puramente consumista es algo que no tiene discusión.

Si bien nuestros padres y abuelos no tenían tantas facilidades ni comodidades, el mundo en el que vivían no estaba tan desmejorado. Y quizá sea ahí donde radica el problema.

Una rápida globalización y la necesidad continua de las empresas por crecer y facturar cada vez más hacen que el ser humano se vea en la “obligación social” de adquirir ciertos hábitos y productos sin los que podría vivir perfectamente.

¿Es necesario comer? Está claro que sí, pero ¿qué importa si una patata tiene forma ovalada y perfecta o se asemeja más a un corazón? Parece ser que para los vendedores es algo de vital importancia y es mejor dejarlas perder en el campo que ponerlas a la venta o darlas a ONG o centros de ayuda, es más, dejar que la gente necesitada pueda ir a recogerlas al campo es dar un mal ejemplo, mucho mejor tratarlas como basura. Pero esto no solo ocurre con las plantaciones. Grandes cadenas de cafeterías o restauración prohíben y amenazan a sus trabajadores con el despido si ofrecen a los desfavorecidos comida que ellos ya no pueden aprovechar, mucho mejor arrojarla a la basura y rociarla con lejía para que nadie pueda aprovecharla y se convierta en más basura, derroche sin medida.

Esto supone un desperdicio desmedido al día, pero ellos, los productores, no lo ven como algo malo y que perjudica al medio ambiente, sino como una oportunidad de facturar y producir más de forma continua y desmesurada, por lo que los procesos productivos que crean residuos continuamente y emiten a la atmosfera gases no saludables, están cada vez más presentes en nuestro día a día y van debilitando el mundo sin ningún tipo de conciencia medioambiental.

¿Qué podemos hacer nosotros al respecto? Pues solos prácticamente nada, pero si desde nuestra posición de diseñadores ofrecemos productos ecológicamente aceptables (ya sea en cuanto a materiales, procesos de fabricación…) podemos crear cierta conciencia en el consumidor consiguiendo así que cada día más personas sean consciente de cómo el mundo cada día está más enfermo de “humanidad” y ponga su granito de arena para contribuir a una mejora que en definitiva, repercutirá en nuestra propia salud y calidad de vida.

En definitiva, si todos nos comprometiéramos a separar basuras, comprar con los menores envases posibles, utilizar el transporte público o simplemente, limitarnos a comprar y utilizar lo necesario para vivir, sería como ir curando pequeñas heridas, que algún día desaparecerían por completo y entonces todos podríamos respirar tranquilos pensando que entre todos hemos contribuido a crear un mundo mejor, una vida más saludable.




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